Las notas musicales (do re mi fa sol la si) se crearon por primera vez en el siglo XI. Y fue una idea del monje Guido D’Arezzo. Lo que se le ocurrió a este monje fue darle un nombre a cada nota musical.
Muchas personas confunden las figuras con las notas o creen que es lo mismo, para que veas la diferencia te cuento que, cuando las figuras están situadas en el pentagrama (el papel con rayas agrupadas de 5 en 5) es que estas figuras (corchea, semicorchea, blanca, redonda, etc.) identifican las notas según el lugar dónde estén colocadas. Las notas son los sonidos, las figuras, además de identificarlos, sugieren los tiempos que duran cada una. La redonda tiene una duración de 4 tiempos, la blanca 2, la negra 1, la corchea medio y así…
Una vez que estudiamos música aprendemos que ésta tiene mucho que ver con las matemáticas.
Mediante este lenguaje (solfeo), el compositor Johan Sebastian Bach escondía mensajes dentro de su obra. ¿Te imaginas? Leí además que ponía el nombre de una nota musical en cada casilla de un tablero de ajedrez así los movimientos de cada pieza se traducían en notas musicales pues estarían moviéndose no solo de lugar sino de un sonido a otro. Además compuso piezas donde la música podía ser leída en orden normal y de derecha a izquierda. Todo esto mediante la simetría y relación matemática del Solfeo como te dije anteriormente. Como ves, el lenguaje musical guarda muchísima información sorprendente, siendo un gran complemento lógico y creativo; perfecta combinación.