Estoy frente a mi laptop manipulando el teclado. He estado pensando durante más de 20 minutos cómo comenzar, qué palabras usar, cuáles son las correctas. En mi primer intento, escribí una frase que eliminé de inmediato. En mi segundo intento, solo escribí tres palabras antes de presionar «backspace» de nuevo. Finalmente, me dije a mí mismo: «Yele, cuenta lo que te está pasando»
Es que cuando analicé todo lo que quiero decirles, me quedé anonadada, tímida y sonriente. Mi mente viajó a aquel día donde pasé la vergüenza más grande de mi vida y aprendí la importancia de la imagen de un artista. Recordé cuando intentaron hacerme creer que cantar en un gran escenario era suficiente, pero en realidad me explotaban. Recordé cuando tomé la decisión de reponerme ante críticas destructivas y aprendí que todas, incluso la peor, son para aportar algo valioso. Mi memoria, por un momento, me llevó a un lugar oscuro. Lo recuerdo con olores a polvos de cascarilla, huevo, animales muertos y sangre, donde una mujer desconocida me sugería que debía invocar protectores y guías espirituales para ser exitosa.
Recuerdo cuando alguien me ayudó con intereses por medio y cuando alguien me ayudó sin interés alguno. Cuando se burlaron de mí, cuando me aplaudieron, cuando intentaron «pisotearme», recuerdo cuando mis colegas me maquillaron para que estuviera fea y cuando otras me maquillaron lindo y además me enseñaron a hacerlo por mí misma. Me acuerdo del día que por cantar gané mi primer salario. ¡Qué orgullo para mí!»
Hace 15 años no entendía que lo que estaba pasando en mi vida era exactamente la escuela que necesitaba para ser la persona y cantante que soy hoy. ¿Y sabes qué? Mis seguidores son más bien mis amigos y familiares. Dios sabrá qué debí haber hecho si mi meta hubiera sido ser muy popular. No lo hice, puede ser que algún día lo lamente, pero hasta ahora no. Di todo lo que pude dar, fui a concursos, castings y programas de televisión, pero no aplasté cabezas ni di “otras cosas” para subir un peldaño. A veces regalé mi talento y otras viví de él. Pero hay una cosa que siempre se quedará conmigo, al menos en mi humilde opinión, es la meta: la seguridad que siento cuando canto, esa sensación de estar como pez en el agua, regia, firme e inmovible. Saber que puedo defender la música de manera decorosa, y si me dan la oportunidad de prepararme un poco, de manera excelente, esa es la satisfacción más grande que un cantante puede sentir.
Lo primero que quiero que tengas claro es cuál es tu objetivo: ¿ser famoso o ser un buen cantante? Claro, puedes ser ambas cosas. En este curso, te ayudaré a ser lo segundo. No prometo el primero, aunque estoy seguro de que, si te lo propones, puedes lograrlo.
Quiero convencerte del potencial que tienes. Si tu registro es pequeño, verás las maravillas que puedes hacer con cinco notas bien colocadas y proyectadas y un texto bien interpretado. Si tu registro es amplio, quizás te enseñe a darle el uso adecuado, para que no abuses de él. Al igual que en la vida cotidiana, las palabras tienen su momento, debes saber usar tu instrumento (tu voz). Deseo que cuando cantes, además de respirar correctamente y manejar la técnica vocal, sepas quién escribió la canción y a qué género musical pertenece, para que defiendas la música con toda la seguridad que necesitas. Estate atento, iré dándote consejos extras sobre imagen, seguridad y confianza, para que luches por tus sueños sin decaer.
No te hago esperar más. Disfruta este recorrido y siente el placer que provoca el conocimiento.
(Continuará…)